martes, 22 de julio de 2008
MENSTRUACIÓN: MUERTE, DOLOR, EL CAMBIO, LO NUEVO
Creo que hay una alta correspondencia entre la forma en que cada mujer encara su período menstrual y su tolerancia a situaciones de crisis y cambio.
Entregarse a vivir el proceso de muerte y renacimiento que implica cada menstruación, supone una gran enseñanza con respecto a los ciclos de la vida, el necesario reciclaje de las emociones y el ver cara a cara nuestras emociones más escondidas.
El hecho de menstruar desnuda nuestras almas y no podemos ocultarnos a nosotras mismas cómo nos sentimos profundamente. Una serie de emociones que, por una razón u otra, intentamos ocultar durante el mes, salen a la superficie durante el período con una fuerza impulsora tan grande que es imposible darles la espalda. Y aún si seguimos tomando el camino de la negación de nosotras mismas, ese impulso se transforma en dolor físico intenso, de modo que de una manera o de otra no podemos eludir el hecho de que estamos menstruando. Y eso es lo que pide nuestro ciclo: conciencia y atención volcadas a nosotras mismas. Es nuestro período, pensemos en que la gran mayoría de las mujeres pasan un alto porcentaje de su tiempo atendiendo a otros.
Luego de retirarme y confrontarme con mis propios miedos e inseguridades en cada período menstrual (y para ello tal vez no sea necesario dedicarle un día entero, según lo experimento yo), noto mi energía más radiante, activa y luminosa, experimento una especie de “renacimiento”, tengo más voluntad, claridad de pensamiento y dirección.
Ahora tomo conciencia que no se trata de un “gran cambio”, sino de pequeñas modificaciones para respetar los ciclos y también una buena relación entre la polaridad “contacto-retirada”.
En una sociedad como la nuestra en la que los dos grandes tabúes son la muerte y el dolor, puedo comprender que este camino que propongo no sea fácil ni atractivo para la mayoría de las mujeres. Pero también sé que entre aquellas que han comenzado a transitar el camino de una mejor relación con sus propios ciclos, el conocimiento silencioso y profundo que han sabido rescatar de sus propias experiencias durante sus menstruaciones, tan único e intransferible, muchas han cambiado radicalmente su comprensión de otros ciclos de la vida, y han adquirido mayor estabilidad emocional y aceptación para los períodos de duelo y de dolor.
Muy al pasar nombré que los dos grandes tabúes de la sociedad moderna occidental son la muerte y el dolor, ahora quisiera hablar un poco más de ello. Creo que hemos caído en muchos clichés huecos en los últimos años y uno de ellos es repetir que el gran tabú es el sexo. Creo firmemente que no es así, y que lo es cada vez menos, porque la referencia a lo sexual es ya explícita hace años (exacerbada, diría yo, en el campo de la publicidad), y que incluso es un negocio mantener la creencia falsa de que el tabú es el sexo. A esta altura es un recurso de marketing. Así como lentamente otros ritos sagrados de la historia de la humanidad han ido desapareciendo dando lugar al ritual del consumo.
Lo que realmente negamos, de lo que realmente no se habla, para lo que no nos educan jamás es para afrontar situaciones de crisis y dolor, especialmente la muerte.
Todos vamos a morir y vivimos como si fuéramos inmortales. E incluso cuando hablamos de la muerte, hablamos de la muerte personal, física, terminal. Pero en el transcurso de nuestra vida hay un sinnúmero de situaciones de muerte, pequeñas muertes, que van generando grandes transformaciones personales.
Cada exhalación es una pequeña muerte, cada vez que dormimos a la noche morimos a la conciencia despierta, cada separación, cada pérdida, cada despedida, implica una muerte.
Si pensamos en que cada crisis es una oportunidad de crecimiento, entonces nos estamos privando de madurar y tornarnos en seres más sabios, asumiendo que vamos a morir y de ese modo posicionándonos en el día a día de una manera más plena e intensa. De nuestra relación con la muerte depende la intensidad con la que nos lanzamos a la vida.
Y me refiero aquí a esto porque creo que cada menstruación es una oportunidad para morir y renacer a un nuevo ciclo., y el hecho de vivir eso en nuestros cuerpos, con algo que mueve emociones tan primitivas como lo es la sangre derramándose, es una gran oportunidad de bucear en un conocimiento profundo acerca de la vida y de cómo nos enfrentamos a sus ciclos, que, en el caso de las mujeres, son nuestros ciclos.
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